miércoles, 23 de julio de 2008

Fascistas de la tolerancia

El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha anulado una sentencia que prohibía a un inmigrante ilegal entrar en el territorio español por un periodo de tres años, por haber sido apresado entrando ilegalmente a bordo de una patera. La asociación Andalucía Acoge interpuso un recurso en representación del ilegal, y el TSJA les dio la razón, con lo que las pocas barreras que existen para frenar la avalancha de tercermundistas disminuyen a cada momento.

España debe ser el país del mundo donde menos importancia se le da a las fronteras, que son inexistentes como demuestra la llegada diaria de gente de todas partes sin documento alguno. Y por si esto fuera poco, hay una legión de traidores dispuestos a lidiar para que la situación siga así y hasta empeore. Es de sentido común establecer un control para evitar el actual desorden, pero por lo visto para la gentuza de algunas ONGs todo lo que recuerde vagamente a un mínimo de orden es censurable. ¿Proponen estos fascistas de la tolerancia (de su tolerancia, claro está) la apertura completa y total de las fronteras? Por el camino que estos miserables defienden sólo se llegaría al llenado de España de gente sin oficio ni beneficio, o lo que es lo mismo, el estado del bienestar se colapsaría. Del poco bienestar que queda, a decir verdad, puesto que es difícil calificar así una situación en que gran parte de la población se ve esclavizada por ese invento diabólico llamado hipoteca y por el incremento incesante del precio de todos los productos básicos, especialmente de los combustibles.

Todo esto se acompaña de la mayor dosis de hipocresía jamás vista a lo largo de la historia. La corrección política viene en la actualidad a sustituír a la censura de épocas totalitarias, pero es lo mismo en esencia: no poder hablar claro. A quien llama las cosas por su nombre se le tilda de racista y xenófobo, cuando no de nazi. Pero los que defienden la tolerancia, los derechos humanos y otras falacias son incapaces de dar respuesta a la pregunta que todos temen: ¿debemos dejar la puerta de España abierta para que siga entrando cualquiera? Saben que eso no puede ser, y saben que si mañana tres millones de negros montasen en cayuco para ir a nuestras costas, hasta un gobierno socialista anclado en planteamientos pseudohumanitarios sería capaz de movilizar al Ejército para impedir ese asalto. Simplemente porque el pueblo exigiría que se evitase esa invasión.

Las medidas que está tomando Italia contra los gitanos rumanos y su delincuencia asociada responden a un estudio sociológico que refleja la mala opinión que se han ganado entre los ciudadanos de ese país. Y un estudio similar avala las últimas declaraciones de Rubalcaba y la defenestración del pésimo Caldera del Ministerio de Trabajo. Caldera no pensaba antes de hablar, simplemente abría la boca y la cagaba, y se dedicaba a repartir subvenciones entre los traidores por antonomasia que mantenían el discurso absurdo, estúpido y sucio de la "tolerancia" frente a la invasión. Parece ser que Corbacho está dando un golpe de timón que hacía mucha falta, y que su desembarco en el ministerio que ocupase el nefasto Caldera no es casual. Corbacho fue alcalde muchos años de una ciudad infestada de inmigrantes, Hospitalet de Llobregat, y llegó a adoptar medidas realistas y poco "progresistas" para atajar problemas. Es esperanzador que algunos socialistas sean, antes que socialistas, españoles.

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