viernes, 25 de julio de 2008

El comodín del Tercer Mundo: dar la culpa de su propia incompetencia a Occidente

La directiva europea contra la inmigración ilegal es blanda, aunque es mejor eso que nada. Aun así, y a pesar de su blandeza, ha creado alarma entre las clases dominantes del Tercer Mundo, que desde que apareció han protestado por la misma varias veces. La última protesta llega de Sudamérica, donde varias “personalidades”, incluyendo al Subcomandante Marcos, han dirigido una carta a los gobiernos y parlamentos europeos denunciando una “cacería de inmigrantes” que, según ellos, “llegan a Europa corroídos por el hambre y las guerras que los amos del mundo les regalan”.

Para los gobiernos tercermundistas es más fácil hablar de los “amos del mundo” y cargarles toda la culpa a ellos, en vez de asumir responsabilidades por su pésima gestión. Hambre y guerras que se provocan ellos mismos y que luego intentan disimular con invenciones sobre supuestas manos negras o hasta multinacionales como instigadoras de los conflictos. Tenemos ejemplos muy recientes de esto: ¿quién instigó la violencia política en Kenya el año pasado? ¿Quién azuzó a los tutsis y a los utus para que se exterminasen mutuamente en Uganda? La respuesta es la misma para las dos preguntas: nadie. Se lo hicieron ellos solos. Igual como en Somalia, país anárquico por excelencia, o Sudán, donde la guerra civil de Darfur ha sumido a la población local en la más atroz de las hambrunas. ¿Tiene la culpa Occidente de eso? De ninguna manera. Aun así, los gobiernos tercermundistas no dejan escapar la más mínima ocasión para acusarnos a nosotros, los occidentales, de sus desgracias.

Otro factor que debe de asustar a esas oligarquías es el hecho de que las restricciones a la inmigración aumentarán en sus países las presiones demográficas y sociales. Teniendo en cuenta qué clase de gente es la que mayoritariamente nos llega de esos lares, es lógico que quienes ostentan el poder ahí se asusten ante la idea de no poder exportar a los delincuentes que les sobran.

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