Esteban Ibarra embaucando al Fiscal General del Estado

Según publica Ibarra en su propia web, se ha dedicado últimamente a llenarle la cabeza con sus monsergas al Fiscal General del Estado, al que ha hecho entrega de esa bazofia llena de mentiras titulada “Informe Raxen”. La intención de Ibarra no es otra que promover la creación de una Fiscalía Especial Contra el Racismo y los Delitos de Intolerancia, sin tener en cuenta que existe otra Fiscalía Especial Anticorrupción que estaría muy interesada en conocer qué hace con el dinero público que recibe a cambio de escribir ese panfleto infumable. Durante su encuentro, Ibarra ha intentado llenarle la cabeza a Conde-Pumpido con sus historias de centenares de miles de neonazis, cual Wehrmacht al completo, que según él azechan en cada esquina de España esperando la ocasión para saltarle al cuello al primero que los mire mal. Lo triste del caso es que, como decíamos ayer, con los sermones apocalípticos de Ibarra, se intente criminalizar a cualquiera que se oponga al caos de la inmigración masiva, so etiquetaje de “racista”.

Seguramente Ibarra no le ha hablado a Conde-Pumpido en ningún momento del malestar social que causa la delincuencia importada por los inmigrantes. Seguro que no ha caído el oenegero en la cuenta que si determinado sector inmigrante se comportase más civilizadamente inspiraría menos rechazo en la ciudadanía. Por supuesto que la culpa de la “intolerancia” la habrá cargado toda a la cuenta de los españoles, sin pararse a analizar por qué esa “intolerancia” prolifera. Y seguro que ni se ha acordado de mencionar que al revés también hay casos de racismo: valga sólo recordar los tristemente famosos violadores del Parque del Oeste de Madrid, que violaban a chicas españolas por ser españolas. De eso ni una palabra, ¿eh Esteban?

Parece mentira que una institución seria como la Fiscalía General del Estado se digne a recibir a un cantamañanas manipulador del calado de Ibarra. Chaquetero donde los haya, pasó de militar en el Partido Comunista Español Marxsista Leninista a recibir la Gran Cruz de Isabel la Católica de manos de un gobierno del PP, cuando las jugosas subvenciones que recibía del Estado le hicieron olvidar los postulados comunistas que tanto defendió en su juventud.