Esta mañana he tenido la ocurrencia de parar en una gasolinera y llenar el depósito de mi coche. Me han cobrado el gasóleo a 1,35 euros/litro. En pesetas: 224. Después he comprado un paquete de Marlboro en una máquina de una cafetería cercana: 3,15 euros. En pesetas: 524. También he tomado un café en el mismo sitio: 1 euro. En pesetas: 166. Después he comprado La Vanguardia: 1 euro. En pesetas: 166. Ayer por la noche me tomé un bourbon doble con hielo: 2,60 euros. En pesetas: 432. Y antes me había comido un helado de Nestlé: 1,30 euros. En pesetas: 216.
Cualquier tontería de las que hacen la vida un poco más distraída cuesta por lo menos un euro, y antes eso mismo costaba máximo 100 pesetas. Cuando entró en circulación el euro, un café costaba 90 pesetas. A las dos semanas ya hacían pagar un euro. Es decir, se encareció 76 pesetas de golpe, hasta llegar a las 166 actuales. Y eso en un sitio normal, porque en un área de servicio de la autopista hacen pagar por lo menos 1,25 euros por el mismo café, lo que son 207 pesetas.
De todo lo que he comprado hoy, el Estado se ha llevado en impuestos más del 50% de lo que me han hecho pagar por el gasóleo y por el tabaco. El tabaco tiene un pase, pero lo del carburante no tiene perdón. Cada mañana el precio del combustible cambia, al alza, y es un producto de primera necesidad gravado con unos impuestos completamente abusivos.
En todas partes donde he estado he oído hablar de este abuso, y he visto a la gente desmoralizada como nunca por la porquería que ha sido la implantación de esta moneda que no dura nada llamada euro. Me ha llamado la atención el comentario de un señor, que decía que cada vez que han gobernado los socialistas, se ha hundido todo. Comentaba el buen hombre que a él le da igual quien gobierne, pero que su observación era un hecho. Y le doy la razón. Cada vez que el PSOE ha tocado poder, la economía española se ha hundido. Esto no quita responsabilidad al PP, que estuvo en el gobierno mientras duró el auge de la estafa inmo-hipotecaria a gran escala sin tomar ninguna medida para frenar ese timo. Y ahora se pagan las consecuencias. Ya les dije en su día a los que pretendían hipotecarse para comprarse un piso que no era el momento, que las iban a pasar muy putas mucho antes de lo que imaginaban, y efectivamente así es. Estas personas me han llegado a decir que se sienten estafados por las constructoras y por los bancos que les hicieron las hipotecas. La respuesta, por mi parte, siempre es la misma: "nadie os obligó a comprar, haber esperado cinco o seis años, así que ahora a tragar". Es curioso como toda la sociedad se lanzó en masa hacia el abismo en el que estamos cayendo hoy en día. La gente pidió hipotecas alegremente, dejándose seducir por unos tipos de interés muy bajos en su momento, pero sin visión alguna de futuro. En los 30 o 35 años de vida que tiene un mónstruo de esos pueden pasar muchas cosas, entre ellas las que pasan ahora. Si el pueblo hubiese sido más listo y no hubiese comprado, y mucho menos pagando lo que no vale, el timo del ladrillo jamás habría podido producirse. El resultado ahora es que los cuatro sinvergüenzas que se forraron robando y engañando al pueblo están con lo que recaudaron construyendo en el Este y en Marruecos, para implantar ahí su estafa a gran escala, cuando España ya no ha dado más de sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario