El Informe Raxen número 36, correspondiente al mes de mayo de 2008, exhibe los logos del Ministerio de Trabajo y del Fondo Social Europeo, alardeando de sus subvenciones. Es, todavía, el logo antiguo, el que denomina al ministerio "de Trabajo y Asuntos Sociales" en vez de "Trabajo e Inmigración", que es como se llama desde que Caldera fuese defenestrado del mismo. Para más bochorno, exhibe esos logos al principio y al final del informe, dedicado esta vez a la promoción de la censura en los medios para cuidar que nadie explique las fechorías que cometen los inmigrantes en España. Parece que se mofe de todos, exhibiendo a la vergüenza pública, orgulloso, la confirmación de que sigue cobrando por escribir sus dislates.
Parece mentira que Ibarra siga cobrando jugosas subvenciones pagadas por los trabajadores españoles para insultarles, para acusarles de racistas sin tregua y para promover la aplicación de la censura informativa mediate la descalificación o la querella infundada contra quienes le contrastan sus mentiras. Después de haberse puesto al descubierto qué es en realidad el panfleto manipulador que escribe y el cártel de subvenciones que tiene montado junto a su mujer, es inconcebible que siga percibiendo fondos del estado por mentir y por manipular.
Este señor, al que incluso acusan de haber pertenecido a un grupo terrorista en sus años mozos, tiene el beneplácito de muchos medios de comunicación porque realiza una función muy concreta que el sistema le remunera extraordinariamente bien. Su labor no es otra que la castración moral de los españoles mediante la inculcación en ellos de un sentimiento de autoculpa incluso cuando son víctimas, para lograr su sumisión ante la entrada masiva, descontrolada e ilegal de inmigrantes. Afortunadamente, son muy pocos los que se dejan engañar por sus mentiras, y existe un abismo entre lo que él cree que logra y lo que logra realmente. Incluso en medios de la izquierda (sí, en la izquierda también hay sensatos, no todos son progres) se le tiene por un lastre, por un oportunista y por un vividor.
El Ministerio de Trabajo e Inmigración, dirigido por el único ministro presentable y competente que tiene el gobierno Zapatero, debería darse cuenta del abismo que existe entre lo que cuenta Ibarra y la realidad, y empezar por retirarle las subvenciones que le da por escribir esa propaganda barata que se atreve a llamar "informe". Paradógicamente, esa propaganda "barata" nos sale muy cara a todos: más de tres millones de euros que ese sujeto ha cobrado de las arcas públicas por manipular a su antojo.
En un estado democrático estas cosas no deberían suceder. Una asociación sin apenas asociados, donde Ibarra es el autoproclamado presidente-fundador-representante-portavoz, y con trece años al frente del mismo cargo, no tiene por qué cobrar subvenciones de hasta 220.000 euros periódicamente por hacer lo que hace. Vergonzoso, indignante, y propio para que la Fiscalía Anticorrupción meta mano ahí a ver qué es lo que encuentra.
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