Salimos del fuego para caer en las ascuas. Si la desaparición de Caldera como Ministro de Trabajo, auténtico castigo de Dios, suscitó gran descanso y alegría entre todos quienes nos preocupamos por la excesiva presencia de inmigrantes en España, ahora el sucesor de Caldera nos sorprende con unas declaraciones más que preocupantes.
Celestino Corbacho, nuevo ministro de Trabajo e Inmigración (antes Trabajo y Asuntos Sociales) ha afirmado que "inmigrantes los que hagan falta, y uno más", lo que resume antes de empezar cuales serán sus políticas migratorias. Este de más, el que no hace falta, ¿para qué lo quiere? ¿Para tenerle que pagar el subsidio de paro?
Según recoje El Plural, Corbacho niega que la inmigración reste derechos a los españoles. Su razonamiento es éste: "la discusión no puede ser a quién se le da la beca de comedor sino en conseguir más dinero para esas becas o centro de salud". Con este planteamiento es lógico que el precio del gasóleo supere al de la gasolina, que el tabaco se encarezca cada pocos meses o que Tráfico esté al azecho de la multa constantemente. La escuela pública y los centros de salud están colapsados por los inmigrantes, y por supuesto que hay que conseguir más dinero para que las cuentas salgan. A más población, más gasto público. El problema es que seguimos pagando los de siempre, los de toda la vida, los "viejos españoles", en contraposición a los "nuevos", que de españoles no tienen nada, pero que usan y abusan de nuestros servicios públicos y sociales.
Pero a fin de cuentas Corbacho tiene razón: la inmigración no nos resta derechos. Nos añade uno: pagar impuestos porque el gobierno necesita conseguir más dinero. Quizás para seguir otorgando generosísimas subvenciones a la Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes en España (ATIME), que el pasado año se llevó una tajada de 672.000 € en dos subvenciones, correspondientes al cuarto trimestre de 2007, procedentes del Ministerio que ya dirije Corbacho. Si a esto le sumamos los 47.000 € que les dio el Ministerio de Sanidad y Consumo, resulta que a los españoles nos costó 719.000 € la asociación de marroquíes sólo en 2007. El que quiera morirse de un infarto que busque en el BOE el nombre de esta asociación, o la de cualquier otra de inmigrantes, y verá para qué sirven sus impuestos año tras año.
Si los ministros tuviesen que pagar estos despilfarros de sus propios bolsillos no serían tan distendidos. Pero como el dinero es de todos, pues hala, a regalarlo, que los tontos siguen pagando impuestos.
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